lunes, 7 de mayo de 2012

Mi confrontación con la docencia

La vida es una constante toma de decisiones, desde que despertamos hasta que dormimos. En ocasiones, las cosas las hacemos por hábito o rutina, sin encontrar la verdadera razón de nuestros actos, estamos tan acostumbrados que ya no hay reflexión. En la reflexión, y concientización, sobre mi quehacer docente, he caído en que no basta con hacer investigación, planear una clase, determinar técnicas o estrategias, si no tenemos clara la razón de nuestra profesión, o si hemos perdido de vista aquello que nos motivó en un inicio a cooperar y servir a la educación en México. Ahora, he tenido la oportunidad de cuestionar y valorizar mi labor, además de reconocer las preocupaciones que día con día, marcan mi experiencia y la entrega que tengo con los jóvenes.
Hay gente que piensa trascender escribiendo un libro, plantando un árbol o teniendo un hijo. Para mí la docencia es una fuente de satisfacción personal y trascendencia en el mundo.
De mis tiempos de estudiante a la fecha,  el mundo ha cambiado, México ha cambiado, las cosas, los jóvenes y las formas de enseñar han cambiado. Es un reto cada día de clases, no solo el primero donde nos presentamos ante el grupo, sino cada clase, cada comentario que les hago a mis alumnos. Trato de no reproducir lo que me alejaba de la escuela.
Mi llegada a la docencia, en medio superior, tiene apenas 2 años impartiendo clases en el Conalep Aztahuacán. 
Sabemos lo que es la adolescencia y el trabajo con los jóvenes se me ha facilitado desde que me hice consciente de todo aquello que ellos buscan en ese momento de su vida.
 A mis alumnos busco ayudarlos a ser mejores personas, yo no lo sé todo y cada clase es un momento ideal para aprender algo nuevo de ellos, día a día, me impresiona cómo piensan, actúan y se conducen.
Planeo mis clases siempre e investigo constantemente, procuro adaptar los contenidos a situaciones cotidianas en la vida de los jóvenes, expresarme en su lenguaje, ejemplificar con situaciones conocidas, posibles o deseables.
Frecuentemente aplico el trabajo colaborativo, busco documentos en internet que me pueden ayudar en los contenidos y pido a los alumnos que lo revisen en la web, eso les gusta mucho y son tareas que regularmente cumplen.

Entre las mayores satisfacciones, a corto plazo, es cuando entrego un grupo con calificaciones aprobatorias, sabiendo que esas calificaciones, son parte de un interés y esfuerzo de los jóvenes. De los reprobados, confío en que aprenden lo que es la responsabilidad y trato de concientizarlos de que sus actos, buenos o malos, tendrán consecuencias.
Siempre me satisface encontrarme a algún alumno, saludarlo y verlo bien, saber que es alguien constante y trabajador.
Mi vocación es la docencia, amo a los jóvenes, somos piezas clave en su formación, la escuela es su segundo hogar, y en definitiva yo no estoy para enseñar, sino para compartir lo que sé, con la intención de que los alumnos superen a la maestra.
En cuanto a mi confrontación con la docencia, puedo decir que siempre que entro a un grupo, es una emoción indescriptible, el deseo de que todo salga bien, de aportar a los alumnos lo que necesitan para su desarrollo personal, académico y profesional y siempre existe el temor de no poder atraerlos, envolverlos en la magia del conocimiento, no despertar en ellos el deseo por saber.
El primer día de clases, me preocupa la disciplina por lo que, busco generar un ambiente de confianza y mutua responsabilidad; ya que la enseñanza, es un binomio.
Dentro de mis planes de clase, incorporo distintas estrategias y materiales didácticos que creo que pueden interesar a los jóvenes, de acuerdo al grupo, pues, aunque son los mismos contenidos y resultados de aprendizaje, hay grupos que se prestan más, o que son mas reflexivos, otros más dinámicos, procuro identificar la personalidad del grupo para establecer tales estrategias.
Uno de los problemas con los que me he encontrado, es que los jóvenes no saben realizar una investigación, a pesar de tener acceso a  información de todo el mundo, no saben cómo analizarla, encontrando un sin número de “corta y pega” de internet, por eso les pido siempre la participación en clase y que me digan en  pocas palabras de que les sirve saber “eso” para la vida.
La docencia es una profesión que me cautiva; estoy comprometida con mis alumnos en el propósito de hacerlos mejores personas, no vale de mucho conocer de todo, ser los mejores estudiantes, si el conocimiento no los humaniza, es necesario, plantear que los saberes son para ayudar al desarrollo de la humanidad y de nuestra sociedad, en particular.
En ocasiones, los jóvenes se encuentran con algunos obstáculos, pero estar en el colegio ya es un logro que hay que reconocer y valorar.
He observado cada detalle de mi labor docente, la planeación, selección de materiales, lecturas, etc., parece que lo había convertido en un listado de pendientes, lo mejor de todo es que ha llegado el momento justo para no caer en la rutina.
Definitivamente, hoy estoy cumpliendo el sueño y meta de hacer algo por la educación de nuestros jovenes, pues día a día hay una persona dispuesta a escuchar y atenderme, y si yo estoy dispuesta a ayudar y generar la curiosidad, las ganas y la necesidad del conocimiento, seguiré cumpliendo mi sueño.

Esa es la mejor forma de trascender, cuando los jóvenes fuera de clase, ya sea con sus padres, amigos o solos, recuerden lo que les he dicho y cambien o adopten conductas que los hagan mejores personas.